Sempiterna oscuridad, sin fin, de comienzo lejano, que abarca el indefinido espacio alcanzado por su vista, silenciando cada mínimo sonido de vida, absorbiendo cada ansiado halo de esperanza.
Navega, sin timón la barca, sin velas, sin remos, se hunde en las misteriosas aguas que recorre sin pista, ciego, sólo, perdido, sin rumbo ni fácil salida, perdiendo cada amado regalo o alabanza.
Nada, extenuado, evita la agonía del ahogo cercano, lanza las brazadas, despacio, el agua le clava aristas, hechas de cansancio, rompen su piel dolorida, atrofiando sus manos, la orilla no alcanza.
Evanescente claridad, frágil, de breve existencia, apenas puede ver los volátiles destellos que las gotas desprendidas de la punta de sus dedos, emitidos, tan efímeros que se pierden en la eternidad.
Exhala, más aire del que recoge por subsistencia, cadenas tiran de sus gráciles pies, pierde las botas,
arrancadas por el agua como dos torpedos, se hunden, muy certeros hacia la profundidad.
Patalea, sin peso las piernas, son su resistencia, amenas brazadas con frágiles manos, están rotas,
renovadas las fuerzas al derrotar los miedos, fluyen, con enteros dedos de vitalidad.
Alcanza la orilla, agotado, no queda energía, mas levanta levemente la mirada, abre sus ojos mojados,
vislumbran, entre las frías gotas de sus pestañas, una imagen, una luz, un vivo verde color.
Su rostro brilla, iluminado, expulsa la agonía, mas canta su mente la tonada, coge matojos acostados,
vislumbran, entre las frías gotas de sus pestañas, una imagen, una luz, un vivo verde color.
Su rostro brilla, iluminado, expulsa la agonía, mas canta su mente la tonada, coge matojos acostados,
deslumbran, entre las frías notas de sus entrañas, y emergen, como alud, ya no pierde calor.
Sentado, atusa el cabello con finos dedos, y observa, embriagado por la belleza del circulo marcado,
Sentado, atusa el cabello con finos dedos, y observa, embriagado por la belleza del circulo marcado,
hipnotizado por sus formas, resplandor y reflejos, se siente alzado por ese final perfilado.
Levantado, rehúsa tan bello camino al ruedo, y reserva, agostado por la tristeza en cúmulo tan apilado,
embaucado por sus normas, esplendor y espejos, avanza rendido a ese divinal orlado.
Levantado, rehúsa tan bello camino al ruedo, y reserva, agostado por la tristeza en cúmulo tan apilado,
embaucado por sus normas, esplendor y espejos, avanza rendido a ese divinal orlado.
Camina la senda marcada, preciosa, dibujada, por la negra vereda que conduce al verde disco,
pasea sin rienda amarrada, cautelosa pisada, que la tierra conceda, así reduce el risco.
Termina los pasos, la venda arrancada, hermosa, esperada, la suave rivera de lágrimas empapada,
acoge, abraza, abre paso a su mirada cansada, se zambulle, disfruta sus verdes aguas y nada.
Ya oye el sonido, la esperanza fue hallada,
Son ojos que ofrecen la mejor letra cantada,
Y no hablan, evitan romper la magia creada,
Y no callan, hay querer en su celestial mirada.
Se rinde, se hunde, acaba la última brazada,
Sonríe, se funde, al fin la deriva fue acabada.
pasea sin rienda amarrada, cautelosa pisada, que la tierra conceda, así reduce el risco.
Termina los pasos, la venda arrancada, hermosa, esperada, la suave rivera de lágrimas empapada,
acoge, abraza, abre paso a su mirada cansada, se zambulle, disfruta sus verdes aguas y nada.
Ya oye el sonido, la esperanza fue hallada,
Son ojos que ofrecen la mejor letra cantada,
Y no hablan, evitan romper la magia creada,
Y no callan, hay querer en su celestial mirada.
Se rinde, se hunde, acaba la última brazada,
Sonríe, se funde, al fin la deriva fue acabada.