Camino, me deslizo lentamente entre las sombras de la noche, sin levantar la mirada del suelo, recorro las desgastadas baldosas que se hunden tras mis pies, un sendero que desaparece mientras avanzo firme pero despacio. Contemplo las briznas de luz que se cuelan entre las ramas de los árboles, se convierten en mi guía, iluminando tenuemente el túnel que mis ojos han diseñado al esquivar las lágrimas, sólo las pupilas se libran de los ríos que fluyen, se mantienen secas para observar como voy empapando el suelo que se torna barro antes de recibir mi siguiente paso.
Comprendo que el silencio ensordece más que millones de palabras mal empleadas, que una mano no protege el corazón por agarrarlo más fuerte, que no por intentar alcanzar me escuchará, que no por demostrar amor se quedará, que no por desear su felicidad me necesitará.
Cabe esperar el día en que responda a mis sonrisas, que alguien se aferre a mis manos sin querer soltarlas, a mis caricias quede pegada, a mis besos ligada, que alguien quiera construir, con sus miradas las paredes donde estar conmigo, con sus cabellos el techo que nos quite el frío, hacer de sus ojos mis ventanas, de sus manos suaves sábanas que acaricien mi piel, de sus labios cálida manta que me cubra de la fría soledad.
Dicen que la noche es para los que sueñan, pues sueño, soñé y soñaré, lo he escrito y recitado, lo he plasmado y dedicado, lo difundo sin alambres de espino, sin muros que lo tapen ni lo escondan, sin poner trabas para ser leído, visto y sentido. Ni un verso he dejado en el tintero, ni una palabra escondida en el cerebro, ni un gesto encerrado en mi rostro, no dejaré nunca una caricia atrapada en mis manos, pues son mis dedos que te escriben, flores de los ramos.
Mas uno aprende a saber donde debe estar, donde quedarse, o bien marchar, cuando largarse. Hay razones para dejar atrás las citadas sombras de la noche, motivos para levantar la cara, abrir los ojos y ver algo más que las pequeñas briznas, ver su imagen, la luz más grande, que deslumbra, creando en la noche tu nuevo día, una luz tan brillante que hasta crea oxígeno que respirar, que dibuja nuevas sendas, caminos sin sombras, que deja paso a la sonrisa sólo interrumpida por los grandes suspiros de calma.
Cojo el aire que me da con cada una de sus palabras, con su imagen ahora borrosa y distante, froto los ojos, paso mis manos por las mejillas para secar mis lágrimas, y respiro, respiro su voz, respiro sus miradas, sus gestos son caladas, aun brillante que deslumbra, que no deja ver su cara, que se esconde en el tiempo y lejanía, yo sé que serás mía, que llegará, que ahora falta menos para ese "algún día", ese día, desconocida, ese día en que besarte da calor en abundancia, llegará ese día, tu no lo sabías, una caricia es la distancia.
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