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jueves, 1 de marzo de 2018

La ilusión

Charlaba con una amiga, acerca del ánimo, del "¿cómo te encuentras?", del "¿qué tal estás?", de esa infinidad de fórmulas para saber cómo le va la vida a alguien que nos importa..., bueno seamos realistas, hay quien te pregunta sólo por cotilleo, por cortesía o, incluso, con cierto punto de maldad en la pregunta, ya que sabes de sobra que no te soporta y la pregunta cae cuando no estás bien, vamos que saber cuando estás bien le importa una mierda.

El caso, es que cuando el tono es agradable, la intención sana y te interesa lo que le pase a la otra persona, al nivel que sea, sabes que todo fluye, las letras se juntan, formamos las palabras que diseñan las mejores frases para entenderse a la perfección.
Hablábamos de la vida, de los motivos por los que la tristeza o apatía, el hastío o aburrimiento, la amargura o pena, y ese largo etcétera de sensaciones o modos de sentirse, nos invaden y sumergen en la soledad mental, esa que se aferra al estómago y al pecho, nos ahoga y roba el oxigeno hasta lograr la metafórica asfixia, tapando con su malintencionada oscuridad, toda grieta por donde la capacidad de supervivencia nos podía haber llevado a escapar y redescubrir la sonrisa, la que no se esconde e ilumina las más claras mañanas y las más oscuras noches, la que nadie quiere perder pero se borra en el silencio de los pensamientos.

Tras un rato, palabras encadenadas dejaban florecer la idea "final", la que podríamos decir que lo abarca todo, esa idea abstracta y sin forma definida, que a toda persona le ha llegado, en ciertas se ha instalado al nivel de ser parte de ellas, al nivel de no marcharse nunca y convertirse en modo de vida asumido. Y, toda persona dominada por esta poderosa fuerza proveniente de lo profundo de la mente, ya no tiene ni voluntad de combatirla, ya no ve tan siquiera que se haya adueñado de su ser y existencia, la asume y se acostumbra, le da cobijo y alimenta, ha llegado y es para quedarse, puedes decir entonces que tu vida ya no está en tus manos, que ya no tienes ILUSIÓN.

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Pues bien, llegados al analítico punto de que esto nos sucede, yo me paré a reflexionar, pensar detenidamente y leer y releer cada capitulo, episodio, tomo o como leche queramos denominar cada pedacito de mi vida, no sólo mía en primera persona, fuera egocentrismo, mía también es la vida de mi gente, la que ha ido compartiendo su experiencia y en parte, son ingredientes de esta escritura nocturna. Y he aquí la disección de lo que creo que nos hace llegar al punto de ausencia de ilusión:

- LA SOLEDAD:
No, no voy a hablar de la soledad en su estricta definición como palabra, no voy a lo sencillo.
Vamos a la complejidad, a lo extraño e incluso difícil de comprender, ahí es donde yo me enredo y echo horas de pensamiento. La soledad, opino, es un sentimiento y como tal, nos puede llegar en el momento más duro, a veces esperado y mejor asimilado, mas es cuando llega por sorpresa cuando más duele su presencia, cuando más duele es cuando NO avisa de su llegada, sólo nos saluda con un guantazo para hacernos saber que ha llegado, se ha instalado, se te ha pegado. Nos suelta un contundente ZAS en toda la boca y en la cara nos deja bien marcados los motivos de su advenimiento. Más tarde, ya si eso habiendo masticado su amargor, nos deja entender qué ha pasado, qué demonios nos ha llevado a cantar aquello de Extrechinato y Tú "Si el cielo está gris" donde se oye la frase aquella de "La soledad no está tan sola, no ves que a mi no me abandona...".

La soledad, nada tiene que ver con la soledad. La soledad es estar rodeado de toda gente y a la vez de nadie, no ver, no oír, no escuchar, no sentir nada de lo que se sitúa en torno a ti. La soledad, es ese maldito y recóndito páramo que se torna desierto, donde falta el frescor, el agua, el aire, sólo kilómetros de secas dunas que se apresuran para ir borrando las huellas que pensaste estar dejando a tu paso, ahora insignificante. La soledad es escuchar eco cuando tu cabeza piensa, es ver una idea rebotar en la desolación que hay en tus adentros. La soledad es el principal motivo que alguien puede tener para perder la sonrisa, la alegría, la felicidad, las ganas, la voluntad... La soledad es una de las pocas energías neuronales que tiene capacidades por encima de la propia voluntad de su creador, nadie la quiere tener, no la invitó, no la recibió con brazos abiertos ni se le ocurrió darle comodidades. Da igual, ella viene para quedarse y sólo se irá cuando decida que ha terminado su trabajo, meterte en el fango de aquél abandonado pozo, a lo más hondo, donde ya casi llegarías al centro de la tierra, ahí, en ese preciso y corto periodo de vida de la soledad, en ese resquicio que olvidó esconder a tus ojos, ahí es, tienes un maldito clavo al que agarrarte, y empezar pues, a escribir tu historia.

- EL CLAVO ARDIENDO:
Vale, ya estamos en el pozo, ahí donde nos dejó tirados la soledad, toda maja y bien intencionada ¿verdad?
Y aquí se aplica aquello de "Cuando tocas fondo ya sólo puedes ir a mejor", sólo diré: A LA MIERDA con esta frase hecha, que como no hayamos tocado fondo todavía, nos pegamos la hostia del siglo. Hay que prestar atención a lo que llega, un clavo no siempre saca otro clavo, un clavo ardiendo nos va a quemar la mano, nos hará caer de nuevo en la soledad, y en esta ocasión y en cada ocasión que nos quememos y caigamos, lo haremos más hondo, más profundo, y el resquicio de escape será menor.

Sólo hay un clavo que nos saque este clavo, sólo uno que nos devuelva al principio para volver a intentarlo, sólo un clavo, nos va a permitir recuperar lo que eras, mejor dicho, sólo un clavo nos va a dejar aprender de los golpes para salir del pozo y dinamitarlo para no entrar nunca más. Y NO, no es el que arde, espejismos baratos que te llaman en el desierto, oasis inexistentes que te ofrecen sombra y agua para toda la existencia una recreación de lo que nos han dicho que es la...(A ver, lo que viene ahora en cursiva poned el tono burlesco que no me permite la escritura)...la felicidad, la buena compañía, los logros, los objetivos vitales, las metas que alcanzar, o como la pseudo filosofía esa de que hay que construir muchas cosas a tu alrededor y con la gente que has elegido, para no dejar que entren las sensaciones aquellas de aburrimiento, cansancio, hastío... 

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En realidad, y esto es lo que hablaba con mi citada amiga, lo que nos falta es un poderoso clavo, que aguanta todo el peso de aquellas travesías recorridas, un sólo clavo, la ILUSIÓN. Y nos falta siempre, de forma constante o en pequeñas porciones de nuestros días, hay días enteramente horribles, ratos agrios, instantes que ahogan... El secreto está en las ganas, ganas de ver las sombras bajo el agua, esas siluetas que sólo dejan intuir lo que deseamos que sea, ganas de mirar al cielo y encontrar en las nubes el oportuno dibujo que nos refleje la sonrisa, encontrar en todas partes el motivo para que no sea pesado el caminar, que haya algo o alguien que nos lleve de la mano.
Llega cuando no se la espera, casi del mismo modo que la soledad, eso sí, no nos da un bofetón, más bien lo contrario. Nos invade la sensación, como una marea que sube y todo lo arrastra, que limpia las enturbiadas playas de tu mente; las olas, con su marcha, descubren la limpia arena, renovada, despejada. La marea se lo ha llevado todo, la sucia tierra, la mueve provocando terremotos, desliza las montañas que impedían la vista. Y continúa, en la iluminada mañana, abriendo los tristes ojos, a la fuerza, con los tenaces rayos de sol, abrigando hasta en las frías noches, las antes heladas pieles, cobijándolas con el manto de sus estrellas acompañadas de la, ahora, brillante luna.
Cuando llega, abraza, cubre, no deja espacio para el retorno de la soledad, ya no puede entrar, ha tapado todos las grietas por finas que fuesen. Se entrega besando el rostro que a gritos lo pide, acaricia los poros de la piel que erizándose llamaba a sus manos. Y comienza a despertar sensaciones, sentidos, latidos y sonidos; se convierte, se transforma, es el cosquilleo en la nuca cuando tus ojos con los suyos se cruzan, es el calor de su voz cuando sus labios en tus orejas susurran, es la ternura de cuando las cosas empiezan, es la firmeza de cuando no se derrumban. Y termina por fabricar la senda del próximo día, y lo hace con las letras, las palabras y la creación de frases con poesía.

Destellos, reflejos, hablan en la distancia,
emiten pausados, su más dulce fragancia,
iluminando a lo lejos su lugar, su presencia,
empapando aire y cielo con suave esencia.
Brotan, en rostro castigado, sonrisas deseadas,
nacen, en ojos apagados, las sendas soñadas,
poros marchitos, alzados por manos entregadas,
pieles dormidas, erizadas por yemas deslizadas.
Se suceden las miradas, recortando lejanía,
se cruzan las retinas, fabricando cercanía,
se susurran los labios, aún sin rozarse,
se enredan las manos, aún sin tocarse.

1 comentario:

  1. Hay quien después de una catastrofe es capaz de ascender desde el abismo en el que queda sumergido y encuentra su camino a pesar de las dificultades. Uno de estos eres tu. Sigue así, porque la inspiración llega mas frecuentemente a las mentes que no se doblegan. Y tu inspiración dará grandes satisfacciones a todos los que la podemos compartir contigo.

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