Retomando mi anterior publicación, recordemos que el 14 de marzo se aprobó el estado de alarma, amparado por la constitución y su artículo 116.2. Así mismo, a las 00h00 del día 15 de marzo, se inicia el confinamiento del estado español, con el cierre de servicios públicos como escuelas, universidades, academias, múltiples centros de salud sin medios suficientes... También se restringe la apertura de aquellos comercios, negocios o servicios que no se consideran esenciales, como gimnasios, bares, restaurantes, cafeterías, cines, discotecas, pequeños comercios, tiendas minoristas, parques infantiles y zonas verdes...
Esta medida de confinamiento, tomada con premura ante el creciente número de fallecidos por el virus, los contagios y la extensión por distintas comunidades autónomas, como es lógico, generó dudas, incertidumbres, miedos e inseguridades, que provocaron la imposibilidad, de la mayor parte de la población, de llevar a cabo el encierro en sus domicilios, entro en materia.
¿Cómo empezó el confinamiento?
En esta primera etapa, que decían que iba a ser de 15 días, el confinamiento no era generalizado. La prohibición de pisar la calle no se extendía a toda la población, siendo en esta, donde empezamos a ver que la diferencia no la marcaba el gobierno, ni el del estado, ni los de las autonomías, ni provinciales, ni mucho menos los de los ayuntamientos.
La línea de restricción la marcaron la patronal, las grandes empresas, las multinacionales, los bancos, con ayuda de los medios o mejor dicho miedos de comunicación...que con sus presiones y amenazas, lograron que no se hiciera un cierre total.
Por tanto, en pocos días, vimos como se cerraba la educación y pequeños comercios, es decir que la infancia se metía en casa, y la gente en general, también. Respetamos el encierro, no salimos en todo ese fin de semana del 14 y 15 de marzo, excepto las personas que tenían que ir a trabajar. Suponemos que la gente que trabaja en servicios esenciales ¿NO?, pues NO. El sábado y domingo ya vimos que los transportes tardaban mucho más en llegar, debido a la reducción de trenes, autobuses..., evidentemente para reducir costes (signo de lo que más importa). Vimos que tenían que ir a trabajar infinidad de personas a centros de trabajo sin medidas de seguridad o sanitarias.
Una de las cosas que más me llamó la atención (entre otros sectores), fue el descontrol de los Centros de atención de llamadas (Teleoperadores), donde las personas estaban hacinadas en sus puestos. ¿Para atender emergencias sanitarias? Pues NO, iban a su trabajo a seguir haciendo lo de siempre, atendernos si se nos estropea algo en casa, estar para el resto por si necesitamos asesoramiento de cualquier tipo o materia y, lo peor de todo, para llamarnos e intentar vendernos cualquier cosa que no necesitamos, menos en medio de una pandemia. ¿Qué decir de las fábricas? ¿En España sólo se fabrican cosas de primera necesidad, envasado de alimentos o material sanitario, que es básicamente lo necesario para un estado de emergencia por pandemia? NI MUCHO MENOS, todo lo contrario. Después de estar encerrados en casa el fin de semana, el lunes fuimos a fabricar coches o aviones, se activaron fábricas de toda índole, los polígonos estaban hasta arriba, los medios de transporte eran un hervidero de gente, los andenes, los trenes, los autobuses, las carreteras y las empresas, se llenaron, ¿de quién? Pues evidente, de gente trabajadora, de la clase obrera, de aquella gente que, bajo la amenaza de despido o sanción por parte de los "empresaurios", tenían que exponerse, poniendo el riego a toda la gente que les rodeaba en ese momento o al llegar a casa, siempre casas de gente humilde, siempre la misma gente, como decía la Bruja Avería: "¡VIVA EL MAL, VIVA EL CAPITAL!".

Y ¿por qué teníamos que ir a trabajar?, pues debido a la tibieza de las normas de confinamiento, puede que miedo, puede que presiones, puede que cobardía, pero el gobierno central no estuvo a la altura, no estuvo rápido, no fue claro y valiente para cerrar el país entero, medias tintas que permitieron a las empresa hacer trampas. Bajo mi punto de vista se tenía que haber cerrado, las empresas reaccionar e invertir para fomentar el teletrabajo, mucho más rápido, y si no podían asumirlo, pues se siente, la salud es lo primero.
Un gobierno que se dice de izquierdas, tiene que mirar por las personas, no por el capital o la economía privada de empresas y bancos, pero ya sabemos que el PSOE no es izquierda ¿NO?. Puede que en esta ocasión, por eso de la coalición, lo sea un pelín más, pero flojito, no vaya a ser que les tachen de rojos, comunistas, bolivarianos..., pero, espera, si lo iban a hacer igual, si la derecha política y mediática lo iba a hacer igualmente, ¿qué frenó al PSOE?, esto me podría dar para análisis profundo, pero no es el objetivo de mi entrada.
Faltó en aquel momento, como siempre, valentía para favorecer a la mayoría de la población, la que tenemos menos recursos y más dificultades en el día a día, más si cabe en medio de una pandemia con confinamiento y restricciones. Critico, por supuesto, a este gobierno por no haber sido valiente, haberse acongojado por las presiones de los poderes económicos, las oposiciones políticas y de cierto sector (privilegiado) de la población. Critico a los medios de comunicación, a los gobiernos, a los partidos, las oposiciones, las empresas y muy buena parte de la sociedad, por no valorar la importancia de lo esencial, la salud, la vida de nuestra gente. Les repudio por mentir, manipular, seguir con sus guerras políticas, sus intereses particulares y no mirar por los colectivos. Les repudio por generar odio entre la gente para sacar rédito electoral. Hablaré de ello en las reflexiones de próximas entradas, pero quiero que penséis en una cosa hasta que yo escriba mi visión, ¿recordáis cuando decían que este virus no entendía de clases sociales? Me hierve la sangre al pensar que lo repetían sin cesar, al principio eso sí, dejaron de hacerlo cuando las cifras les delataron.
¿Qué supuso el encierro?
Al margen de lo expuesto en el punto anterior, hay mucho que analizar y recordar. Podría empezar por muchas aristas de esta historia que aún estamos escribiendo, hablaré de algunas de ellas:
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EDUCACIÓN
Al principio no había tantos temores, iban a ser 15 días nada más, recordemos, estábamos tranquilos y confiados, pero el tiempo nos abriría los ojos.
De repente, de una semana para otra, había que organizarse, ver como lo hacíamos para que los estudiantes no perdieran ritmo educativo, ver cómo se podía poner en comunicación a maestras y profesores con el alumnado y empezar a considerar, la posibilidad de que no se volviera a las aulas en lo que restaba de curso. Desde la experiencia personal como padre, como usuario de una escuela pública de limitados recursos y humilde, afirmo que el encierro ha distanciado aún más las clases sociales, en materia educativa no iba a ser menos. Muchas familias, empezamos a ver como trascendían noticias en las que nos enseñaban a alumnos y alumnas que recibían video-llamadas con sus profesores, lo maravilloso que era todo ¿verdad?. Pues a mi me indigna, que no haya valentía, ni en el gobierno, ni en las oposiciones, y mucho menos en los medios de comunicación, para exponer la precariedad de miles de familias en este sentido. No nos enseñaban a aquellas personas que no pueden recibir clase desde sus casas, por falta de recursos del alumnado y profesorado, no hay igualdad educativa, ya lo sabíamos sin duda. Pero lo que esta pandemia nos ha mostrado, es que hay millones de personas que no tienen los recursos, los accesos, los materiales, la economía, que el hecho de tener que estudiar desde casa, en casa encerrados, hace necesarios. Millones de niños que han perdido su mejor comida diaria, que no han podido seguir el ritmo de sus compañeros, mucho menos el ritmo de escuelas con más recursos. Millones de niños que han visto menoscabadas varias facetas esenciales de sus vidas y en concreto el derecho a la educación.
Padres y madres, hemos hecho malabares en varios aspectos. Primero, para poder adaptar nuestras realidades al hecho de tener a nuestros hijos e hijas en casa, sin clase pero con tareas, en casa pero teniendo que ir a trabajar muchos de nosotros, teletrabajando y cocinando, fregando, jugando, estudiando, educando, peleando, limpiando, hablando, disfrutando, enseñando y a veces, descansando.

Tuvimos que convertirnos en maestras de todo, saber inglés, matemáticas, biología, gimnasia, lengua, literatura, química, historia... reaprender a hacer manualidades, intentar estar a la altura de las necesidades educativas que cubren las escuelas, institutos y universidades. Aprendimos a adaptar nuestras rutinas, sumando lo que hasta ahora hacían las maestras, lo que hasta ahora enseñaban los profesores, lo que hasta ahora no se necesitaba de nosotros. Y descubrimos, quienes no lo sabíamos ya, que no todos somos iguales, que no tenemos las mismas oportunidades, que el sistema está podrido desde sus más profundas raíces, y que la educación como derecho igualitario, es una falacia.
La educación en casa era un riesgo sanitario y económico. Teníamos que comprar materiales, exponernos para ir a por ellos, exponer a nuestros hijos, a nuestras familias, a nosotros mismos. Pero ¿todos por igual?, pues no, las familias con menos recursos lo hicimos más, la sanidad de nuestras familias importaba menos y la educación de nuestros hijos también.
¿Quién gana?
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SANIDAD
Llegó el virus a España, nos desbordó y superó las expectativas iniciales, nadie podía imaginar que sería tan catastrófico. Y es que en este país, siempre hemos alardeado de tener la mejor sanidad del mundo, las mejores coberturas sociales en dicha materia, las mejores capacidades a nivel mundial, éramos los mejores ¿verdad?.
Pero esto es una pandemia, nadie tiene la varita mágica, ningún país, ningún estado, ninguna región del mundo, ha podido encontrar la fórmula para frenarlo, evitarlo o erradicarlo, al menos hasta la fecha. Y es que una pandemia para la que no existe tratamiento ni vacuna, no se puede frenar, sólo se pueden reducir los efectos que ocasiona. Para ello, es necesaria la prevención, los materiales, equipos, sanitarios por encima de las cifras económicas, por encima de los intereses empresariales, farmacéuticos, políticos..., al margen de pensamiento, corrientes o tendencias ideológicas. Para reducir el impacto, teníamos que ser la mejor sanidad pública del mundo, teníamos que haberla creado y mantenido, pero no es la realidad, no es lo que nuestros gobernantes han hecho durante décadas.

La realidad, es que desde hace muchos años, lustros y varias décadas, la sanidad ha sido mermada, se ha desmantelado en muchos territorios, dependiendo del signo político de turno o de las concesiones a la sanidad privada del gobierno de turno. Pero ¿De qué gobiernos hablamos?, ¿No es evidente?, ¿Aún no sabemos cómo funcionan las competencias sanitarias?. Parece ser que no, que no lo tenemos claro, hablaré de esto en las reflexiones, pero es evidente, al menos bajo mi criterio, que las capacidades para aminorar las víctimas de una pandemia de esta magnitud, no dependía exclusivamente del gobierno con el que nos tocase vivirla. En parte sí, por supuesto, es de sentido común, pensar que nos todas las opciones de gobierno lo habrían gestionado igual, y por ende, habríamos tenido distintos resultados, muy posiblemente peores, no sólo en terreno sanitario. Pero lo que realmente habría marcado la diferencia, habría sido la apuesta por una sanidad mejor, más inversiones, menos recortes, más equipos, medios, centros capacitados y, sin duda, muchísimo más personal. Y esto, lleva siendo responsabilidad de unas tendencias económicas y políticas que no piensan en la gente y en las necesidades en caso de emergencia, más bien piensan en el ahorro en sanidad para financiar otros sectores económicos más rentables y que les reporte más beneficio, insisto, económico.
Podemos concluir, que esta sanidad mermada, es al mismo tiempo causa y consecuencia del descontrol de la pandemia. Entended mis palabras, las explico. Apunto que es causa, debido, precisamente a su situación mermada, con insuficiencia en todo lo necesario y citado anteriormente, vamos que no es culpa de la sanidad, más bien de quienes la han llevado a estar así, pero al estar así, es inevitable que se convierta en una causa más de la expansión y, por tanto, llevarnos a la única opción viable para frenar el desborde, el confinamiento. Y señalo que es consecuencia, ya que al haber un crecimiento exponencial de los casos, y estar en tan malas condiciones, se convirtió en la mayor damnificada por el virus, es decir, es la consecuencia de la mala gestión llevada a cabo durante años, provocando infinidad de contagios entre el personal sanitario y la ineficacia de los medios y espacios existentes.
Las consecuencias sanitarias, aunque no son las más inmediatas, son las más graves ¿no?, y las que esto ha ocasionado, sólo el tiempo lo desvelará, tanto en cifras de muertes y afectados por el virus, como de gente que por la saturación sanitaria, no ha podido acudir a hacerse pruebas, consultas o seguimientos.
¿Quién gana?
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TRABAJO
Ya hemos hablado de algunas de las fechas en las que el virus nos fue afectando, dependiendo en qué aspecto de la vida, así como del ritmo de las decisiones que se iban tomando, a nivel internacional, nacional, autonómico, local...
Lo primero que pasó es que hubo miedo de gobernantes y ciudadanía, pero también abusos de empresas, ya he hablado de ello, así que la gente continuó trabajando en muchas empresas y sectores que, no eran esenciales en nada, no lo necesitábamos, pero si necesitábamos evitar riesgos, no se hizo.
Después, las cifras se disparaban, ya no era cuestión de valor o miedo, ya no pesaban tanto las presiones de las empresas y oposiciones, estábamos en cifras bestiales de contagios y muertes, la gente tenía más miedo al virus que al despido o la pérdida del empleo. Llegó el confinamiento "total", gracias no sólo a ese miedo, la presión social, con imágenes de transporte, de la calle, de gente que se saltaba el confinamiento, miles y miles de multas..., llevó a que la mayoría de la población apoyase que se tomase esta medida. Y así fue, el día 28 de marzo con 5690 víctimas mortales, se decreta el cierre de toda actividad, excepto de los servicios esenciales, aunque con dudas de qué lo era y qué no, parece que ahora sí, toda la gente estaría 15 días encerrada en casa, con las excepciones que ya sabéis.
Luego, las medidas necesarias en cierto modo, se pudo hacer mejor, pero eso lo dejaré para mis reflexiones. Se aplicaron medidas para las empresas, para trabajadores, para negocios particulares, para la movilidad...no creo que tenga que citar todas, pero sí las que dejaban de lado la sanidad.
Los servicios esenciales debían seguir, pero en qué condiciones tenían que hacerlo, era lo que de verdad se tenía que haber previsto, haber controlado, haberse anticipado. No tiene sentido que nos encerremos en casa y se pueda ir a comprar sin límites de acceso, que no sea obligatorio y se facilite, llevar protecciones para sí mismo y para el resto de gente, que el personal de supermercados esté explotado y sin medidas suficientes aportadas por las empresas, que algunas empresas criminales, pretendiesen seguir como si nada, exponiendo a sus empleados, que hubiera lugares de trabajo sin protección y los casos siguieran creciendo exponencialmente a pesar del encierro inicial y parcial, no se estuvo ni rápidos, ni listos.
Y llegó la destrucción de empleo, los ERES y ERTES, los despidos masivos, los cierres de empresas, la ruptura de contratos temporales, la masacre laboral. ¿Se podía evitar? Probablemente no. ¿Se podía haber protegido más a trabajadores? Seguro que si. Sin embargo, era mucho más importante salvar la economía que la salud de la gente, y no lo digo sólo por el gobierno, que también, lo digo igualmente por la oposición que ha sido muy irresponsable, por gobiernos autonómicos y locales que han actuado como mamporreros de empresas, bancos y multinacionales, pero sobre todo lo digo por estas últimas, los empresaurios, los dirigentes de imperios económicos que no tienen ni la más mínima vergüenza. ¿Habéis visto a alguno asumir algo económicamente? ¿Alguno decir que lo que importaba era la salud y no su bolsillo? ¿Alguno renunciar a sus privilegios por el bien común y general? NO, NI UNO. Hablaré de ello en mis reflexiones
Al final, ¿Quién gana?
Mi próxima entrada, traerá reflexiones, opinión, crítica, halagos...
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